12.1.15

Cuando vuelva

Cuando vuelva se borrará el camino.
Serán vaporosos los cruces, las salidas.
Me estrellaré en el primer puente que no exista.
Los suelos serán de mármol, de estatuillas roídas.
El árbol que plantamos se enterrará en el polvo moderno.

En la ventana habrá migajas de notas.
Los muros habrán levantado el vuelo 
con las hélices del tiempo.
La soledad del cementerio habrá cruzado la calle
y habrá acabado con la casa.

En la bodega se guardarán las noches ,
Los brazos del norte serán un hueco.
No habrá dirección a ellos.
No tendré dirección yo.

En los juzgados hablaron de actas y nombres.
Pero no de un padre y sus hijos.
En el pueblo lloraron colillas y cervezas, 
regalaron rosas, de esas que se deshojan
y mueren en archivos.

La espuma de nube devorará las cenizas
de las tardes, de los días: sólo quedarán sombras.
Diré mi nombre para saberme viva,
el eco de un apellido se encajará en el silencio.
No habrá mañana.

Dios bendiga a los que tienen fe,
a los que ven fantasmas, a los locos.
La vida se ahoga para los escépticos.
Y ahí queda. Tanto vivir luego 
nada.

Abril 2014
Ayari Lüders Monsivais







19.8.14

La ciudad del posible-imposible

Por Ayari Lüders

"Todo el Valle de México de colores se cubre
y hay en su poesía de otoñal primavera
un largo sentimiento de esperanza que espera"
Carlos Pellicer, Discurso por las flores.


          Debajo de modernos edificios y distribuidores se extiende la antigua y fantástica Ciudad de México. Cada año incontables turistas se anegan, en ella, de la cultura y formas de un México perenne. Visitan la ciudadela y otros mercados de artesanías queriendo llevar con ellos la mágica combinación de colores que sólo existe en México porque saben que aquí se inventó el color: a causa de la basta riqueza natural hasta la televisión de Guillermo González Camarena.

En tiempos ancestrales se construyó esta ciudad donde habría imaginado: sobre un conjunto de lagos, tres de ellos (Texcoco, Zumpango y Xaltocan) sorprendentemente de agua salada en el pleno centro del país. Ahora, sobre el antiguo suelo de chinampas hemos construido enormes edificios, cada vez más cercanos al cielo porque la tierra nos ha quedado corta.

En los últimos setenta años la ciudad a crecido diez veces más. Los antes pueblos foráneos se han convertido en las colonias más vitales. Los antiguos trenes fueron suplantados por trolebuses y peseros. La Ciudad de los Palacios, llamada así en el siglo XIX por Alexander von Humboldt, se adorna con el estilo barroco, neoclásico, art déco, art nouveau, gótico, minimalismo y ahora edificios inteligentes y los eco rascacielos. Todo en el mismo lugar, al mismo tiempo como para demostrar físicamente que todo es posible en la ciudad que le dio nombre al país que el mismo André Bretón llamó surrealista durante  su visita en 1938.



Quizás la polaridad de realidades es el mayor atractivo del DF. La capacidad de adaptar forzosamente cualquier idea, cualquier edificio en cualquier punto de la gran urbe. La posibilidad legal o ilegal de realizar. Una ciudad llena de normas incumplidas. Un anarquismo oculto, disfrazado, ingenuo tal vez pues todo acto queda eclipsado por los altos decibeles de las construcciones y el tráfico lo que permite que se cometan delitos impunes pero también cualquier otro acto. Aquí todo desaparece. ¿No es esta una ciudad mágica? Aquí se le teme más a un policía que a un delincuente, más a un padre de iglesia que a los antiguamente llamados "roba chicos". La inseguridad establece ya parte del sistema. El terror social y de Estado manejan al capitalino. Pero con inseguridad no sólo me refiero a la delincuencia. Me refiero a la falta de lógica social sistemática. El imposible posible psicotiza a los defeños pero, también, la incongruencia vital es parte de nuestra cultura. Es nuestro empuje. Lo que nos permite avanzar. Porque a los mexicanos nos gusta la fantasía, la necesitamos. Octavio Paz escribe en su ensayo El Pachuco y otros extremos: "Los mexicanos mienten por fantasía, por desesperación o para superar su vida sórdida". La fantasía, la magia nos define, nos identifica.

El Distrito Federal es aquel lugar donde puede suceder cualquier cosa. La pista de hielo más grande del mundo en donde hace más de cincuenta años no cae una helada. La torta más grande del mundo en una ciudad donde por lo menos 15 mil niños sufren desnutrición. Récord en el mayor número de personas besándose simultáneamente en una de las ciudades más violentas del mundo. Esto es la Ciudad de México. Esto representa a México en el mundo. Es la ciudad globalizada, cosmopolita, que crece, que no descansa, la ciudad cultural, ecológica, con la casa de bolsa más grande Latinoamérica, octavo lugar entre las ciudades más ricas del mundo esperando para el año 2020 ser la número uno. Pero también es el México violento, contaminado, corrupto, pobre, aglomerado. La actuación del narcotráfico ha provocado en los últimos años la emigración a la capital. El crecimiento urbano desborda las tasas de natalidad y población. Y reduce las de seguridad social y alfabetización.

Datos de la INEGI arrojan que ahora es el Estado de México el lugar más poblado del país. Sin embargo, la entidad federativa con mayor densidad poblacional sigue siendo la llamada Ciudad de la Esperanza con 5 920 hab/km2 lo que supone ocho veces más que su estado vecino. Pero no podemos minimizar el hecho de que un alto porcentaje de mexiquenses trabajan el el Distrito Federal. Una de las razones por la cual la competencia laboral es cada vez más disparada. En la capital el grado académico es hasta el primer año de bachillerato, casi el doble que la media nacional. Pero es una ciudad llena de profesionistas que no ejercen. Porque en una monstruosa ciudad que necesita más de todo no hay trabajo. Aquí nadie es necesario sino que estorba, no a uno, sino a millones. Se debe ser dinámico y vivir velozmente porque la modernidad es imparable. Actualmente millones de extranjeros vienen a la capital de México en busca de fortuna. Y muchos lo logran. Casas productoras, agencias de publicidad, restaurantes de las más lejanas cordenadas crecen en la capital.

No hace falta dormir en la ciudad porque sobran bares y antros. Pero faltan hospitales y escuelas. Uno se sube a un taxi sin placas, sin permiso para conducir pero que circula. Uno utiliza un metro que se dice descompuesto pero avanza. Uno viaja 90 km fuera de la capital pero salir de ésta te toma dos horas. Si, de ésta también cuesta trabajo salir. Ahora los defeños buscan vivir en Querétaro, Tabasco y Guerrero. Pero regresan, siempre regresan. Porque uno se acostumbra a la velocidad detenida en el tráfico. A las noches iluminadas en las colonias ostentosas y a la obscuridad del olvido en las regiones conurbanas a plena luz del día. A los extensos cauces de cemento del D.F. que se alimentan por millones de historias obstaculizadas, paralizadas, apretujadas unas entre otras.


En esta ciudad con tantos límites, bloqueos gubernamentales para el desarrollo de la economía familiar. Siempre se encuentra la manera. Carlos fuentes en La región más transparente anota: "En México no hay tragedia, todo se vuelve afrenta". Para los defeños no hay suficientes obstáculos. Sabemos que siempre hay manera, con dinero o sin él, la Ciudad de México es la plataforma perfecta. Esta es la ciudad de lo imposible posible.

Sin fin de Gorostiza

Por Ayari Lüders Monsivais


"Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga..."


Los ojos atraviesan las palabras de José Gorostiza e ingresan en un vacío naciente. Es imposible abarcar todos los símbolos del poema sin importar el número de lecturas pues parte fundamental del mismo es la contradicción y la obsesión. Tratar de explicar el poema me parece una tarea inútil, pues sería mutilar la transformación continúa que permite un poema como este. Sin embargo me adentraré en los conceptos que encuentro importantes, desde la subjetidad.

Al leerlo por primera vez tuve la sensación de acariciar eso desconocido, a veces temido, la muerte. Este poema tiene un efecto renovador "planta-semilla-planta. Planta-semilla-planta" nos hace recordar "el eterno retorno" Nietzcheano. Como la regeneración de la vida que se abandona y se convierte en otra "vida y muerte inconciliables, siguiéndose una a otra, como el día y la noche". Las metáforas continuas del autor son parte de esa muerte-regeneración, de esa La Muerte sin fin. ¿Será que nunca habrá un final? ¿Será que el continuo venir de la vida es eterno en el universo aunque finito para nosotros?

José Gorostiza fue un diplomático de origen tabasqueño nacido el primer año del siglo XX que estudió Letras y fue también profesor universitario. Sus labores internacionales, tal vez, le dejaron poco tiempo para el mundo de la poesía por lo que escribió cuatro libros, el segundo de ellos Muerte sin fin. Con catorce y veinticinco años entre el primer y tercer libro. Conocedores de las letras creen que este poema no es comparable con los otros. Quizá por ello la distancia entre los libros, el silencio. Lo cierto es que  Muerte sin fin agota todas las posibilidades de su tema. Por ello es contradictorio y repetitivo.

Inicialmente encuentro conceptos repetitivos dentro del poema: el agua; el vaso; el espejo; Dios; la muerte, se modifican al cabo del poema y evolucionan en forma cíclica hasta volverse: la vida; el alma; el vacío; la inexistencia y la puerilidad; y el inicio del ciclo.

El poema tiene una excelsa métrica, utiliza el verso blanco pero con la influencia de los sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz, siendo así, dos de ellos endecasílabos. Lo que le da un sonido negó barroco. Sin embargo, en algunos cantos este se modifica como es en el canto VI, XVI en los que el conteo silábico es de 7, 8, incluso 3.

Al ingresar en las primeras líneas del poema nos encontramos con tres proverbios:

Conmigo está el consejo y el ser;
yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Proverbios, 8,14.

Con él estaba yo ordenándolo todo;
y fui su delicia todos los días,
teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
Proverbios, 8,30.

Mas el que peca contra mí defrauda su alma;
todos los que me aborrecen aman la muerte.
Proverbios, 8,36.

Estos a primera vista parecen lejanos de sentido uno con el otro. Pero bien mirado, existe algo que los comulga y nos dan el punto exacto desde donde habla el yo poético: la relación del ser con el mundo (el universo). Entonces abre el poema con este verso "Lleno de mi, situado en mi epidermis". Porque el ser está preso en la materia y ahí es engañado por las ilusiones que perciben nuestros sentidos: "mentido acaso / por su radiante atmósfera de luces que oculta mi conciencia derramada..". Después descubre su forma y lo que lo contiene, el agua y el vaso.

Tal vez esta oquedad que nos estrecha en islas de monólogos sin eco,
aunque se llama Dios,
no sea sino un vaso
que nos amolda el alma perdidiza,
pero que acaso el alma sólo advierte
en una transparencia acumulada
que tiñe la noción de Él, de azul.

Por primera vez se habla del vaso, de Dios, del azul. ¿Pero porqué "tiene que ser azul"? Juan Ramón Jiménez (generación del 27) en su poema "Espacio"'describe a un Dios azul "Dios hoy azul, azul y más azul". Pero también otros poetas han dotado de significado este color, pues desde tiempos anteriores a la cristiandad éste representaba la pureza, la tranquilidad. Pero los simbolistas y modernistas lo tomaron por su significado de Libertad y lo usaron como bandera, al igual que el cisne. (Como en el libro de poemas de Rubén Darío o la revista fundada por Manuel Gutiérrez Najera con el mismo nombre "Azul").

Pero en las zonas ínfimas del ojo...
nos permite mirar,
sin verlo [a dios]...
lo que detrás de Él anda escondido:
el tintero, la silla, el calendario

Esta es la primera vez que el sujeto del poema es consciente de su vida y de su muerte. Dentro de sí mismo, sin ver la materia del exterior entiende por primera vez "el afán del universo". El transcurrir continuo e irreversible pero perenne: la filosofía de Heráclito que nos comprueba que no volverá esta agua, pero tampoco el vaso.

Después vemos el universo creando, de tal forma que rencuerda La Creación de Miguel Ángel en el cual encontramos el momento de la creación como también el momento de destrucción "pólvora de plumas".
"...los echa a andar acordes como autómatas;
al impulso didáctico del índice oscuramente
¡hop!
la apostrofa*
y saca de ellos cintas de sorpresas..."

*Diccionario de la RAE apóstrofar (Del lat. apostrŏphe, y este del gr. ἀποστροφή).
1. amb. Ret. Figura que consiste en dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigírsela a sí mismo en iguales términos.

Después de encontrarnos con el inicio de la vida nos muestra el casi estratégico aparecer de las pasiones y enfermedades para que le den fin al cuerpo que contiene al alma y entonces le den vida a otras vidas. Nos encontramos con el eterno retorno de nuevo.

"nada es tan cruel como este puro goce...
las infla de pasión...
piensa el tumor, la úlcera y el chancro
que habrán de festonar la tez pulida..."

El tema principal del poema aparece más tarde, "muerte sin fin de una obstinada muerte...", y la inteligencia que el poeta llama "soledad en llamas" y "páramo de espejos". ¿Qué es de la inteligencia cuando viene la muerte? El sujeto sabe que la inteligencia pertenece al mundo de las ideas y siendo así es infértil, inútil. Este canto termina con la alabanza: "Aleluya, Aleluya".

El poeta en la VI parte del poema hace un juego rítmico y de palabras con la repetición de la interjección "ay". Parece como adentrarse en hablar cotidiano. Sin embargo nos habla del agua incolora, insabora como sí ésta estuviera vacía, porque el mismo poeta dice, versos antes, que el agua toma la forma del vaso. "el agua, poseída, siente cuajar la máscara de espejos que el dibujo del vaso le procura". El alma reflejará aquello que mira, pero también reflejará el vaso en ella. "el vaso / -a su vez- / cede a la informe / condición del agua" En el poema podemos ver como cada elemento del universo depende de uno y esté de otro y así hasta el fin de los tiempos secularmente. Este pasaje termina diciendo:

"Sabe la muerte a tierra, la angustia a hiel.
Este morir a gotas
me sabe a miel.
Ay, pero el agua,
ay, si no sabe a nada."

Y sigue el viaje del sujeto que descubre lo que es la muerte e ingresa al mundo donde están todos los muertos. El autor utiliza la no-palabra para referirse a la muerte, así como el verbo, según la cristiandad, creo la vida:
"Porque el hombre descubre en sus silencios
que su hermoso lenguaje se le agosta
en el minuto mismo del quebranto..."

Y entonces en el XVI canto describe esa muerte física donde todo se reduce a la nada, a la muerte que es el único lugar donde ya ninguno muere.
"sin labios, sin dedos, sin retinas,
 sí, paso a paso, muerte a muerte, locos,
se acogen a sus túmidas matrices,
mientras unos a otros se devoran
al animal, la planta
a la planta, la piedra
a la piedra, el fuego
al fuego, el mar
al mar, la nube
a la nube, el sol"

Este canto termina también con la alabanza "¡Aleluya, Aleluya!" Si se acaba todo el poema termina con esa muerte que promete ser una más sobre todas las venideras. Sin embargo hay un último canto: "Tan-tan ¿quién es? Es el diablo", en este canto se nos presenta la muerte dolorosa, la agonía que tanto tememos y de donde nadie puede huir. Y entonces termina el sujeto yéndose "al diablo" con la muerte que lo abraza. La forma regresa a la sustancia y viceversa.

El simbolismo, los conceptos filosóficos y religiosos, y el uso de las diferentes tropos así como la inmensa sonoridad construyen una barca que atraviesa el mar de palabras que escribió el poeta y que no tiene fin. Pues es un poema que no se desgasta con la lectura. Gorostiza, guardo silencio tantos años, tal vez, porque en este poema está ya la vida y muerte del poeta, el poema se vuelve su propia agua, su propio vaso y se transformará tantas veces como sea leído en un sin fin de Muerte sin fin.