19.8.14

Sin fin de Gorostiza

Por Ayari Lüders Monsivais


"Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga..."


Los ojos atraviesan las palabras de José Gorostiza e ingresan en un vacío naciente. Es imposible abarcar todos los símbolos del poema sin importar el número de lecturas pues parte fundamental del mismo es la contradicción y la obsesión. Tratar de explicar el poema me parece una tarea inútil, pues sería mutilar la transformación continúa que permite un poema como este. Sin embargo me adentraré en los conceptos que encuentro importantes, desde la subjetidad.

Al leerlo por primera vez tuve la sensación de acariciar eso desconocido, a veces temido, la muerte. Este poema tiene un efecto renovador "planta-semilla-planta. Planta-semilla-planta" nos hace recordar "el eterno retorno" Nietzcheano. Como la regeneración de la vida que se abandona y se convierte en otra "vida y muerte inconciliables, siguiéndose una a otra, como el día y la noche". Las metáforas continuas del autor son parte de esa muerte-regeneración, de esa La Muerte sin fin. ¿Será que nunca habrá un final? ¿Será que el continuo venir de la vida es eterno en el universo aunque finito para nosotros?

José Gorostiza fue un diplomático de origen tabasqueño nacido el primer año del siglo XX que estudió Letras y fue también profesor universitario. Sus labores internacionales, tal vez, le dejaron poco tiempo para el mundo de la poesía por lo que escribió cuatro libros, el segundo de ellos Muerte sin fin. Con catorce y veinticinco años entre el primer y tercer libro. Conocedores de las letras creen que este poema no es comparable con los otros. Quizá por ello la distancia entre los libros, el silencio. Lo cierto es que  Muerte sin fin agota todas las posibilidades de su tema. Por ello es contradictorio y repetitivo.

Inicialmente encuentro conceptos repetitivos dentro del poema: el agua; el vaso; el espejo; Dios; la muerte, se modifican al cabo del poema y evolucionan en forma cíclica hasta volverse: la vida; el alma; el vacío; la inexistencia y la puerilidad; y el inicio del ciclo.

El poema tiene una excelsa métrica, utiliza el verso blanco pero con la influencia de los sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz, siendo así, dos de ellos endecasílabos. Lo que le da un sonido negó barroco. Sin embargo, en algunos cantos este se modifica como es en el canto VI, XVI en los que el conteo silábico es de 7, 8, incluso 3.

Al ingresar en las primeras líneas del poema nos encontramos con tres proverbios:

Conmigo está el consejo y el ser;
yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
Proverbios, 8,14.

Con él estaba yo ordenándolo todo;
y fui su delicia todos los días,
teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
Proverbios, 8,30.

Mas el que peca contra mí defrauda su alma;
todos los que me aborrecen aman la muerte.
Proverbios, 8,36.

Estos a primera vista parecen lejanos de sentido uno con el otro. Pero bien mirado, existe algo que los comulga y nos dan el punto exacto desde donde habla el yo poético: la relación del ser con el mundo (el universo). Entonces abre el poema con este verso "Lleno de mi, situado en mi epidermis". Porque el ser está preso en la materia y ahí es engañado por las ilusiones que perciben nuestros sentidos: "mentido acaso / por su radiante atmósfera de luces que oculta mi conciencia derramada..". Después descubre su forma y lo que lo contiene, el agua y el vaso.

Tal vez esta oquedad que nos estrecha en islas de monólogos sin eco,
aunque se llama Dios,
no sea sino un vaso
que nos amolda el alma perdidiza,
pero que acaso el alma sólo advierte
en una transparencia acumulada
que tiñe la noción de Él, de azul.

Por primera vez se habla del vaso, de Dios, del azul. ¿Pero porqué "tiene que ser azul"? Juan Ramón Jiménez (generación del 27) en su poema "Espacio"'describe a un Dios azul "Dios hoy azul, azul y más azul". Pero también otros poetas han dotado de significado este color, pues desde tiempos anteriores a la cristiandad éste representaba la pureza, la tranquilidad. Pero los simbolistas y modernistas lo tomaron por su significado de Libertad y lo usaron como bandera, al igual que el cisne. (Como en el libro de poemas de Rubén Darío o la revista fundada por Manuel Gutiérrez Najera con el mismo nombre "Azul").

Pero en las zonas ínfimas del ojo...
nos permite mirar,
sin verlo [a dios]...
lo que detrás de Él anda escondido:
el tintero, la silla, el calendario

Esta es la primera vez que el sujeto del poema es consciente de su vida y de su muerte. Dentro de sí mismo, sin ver la materia del exterior entiende por primera vez "el afán del universo". El transcurrir continuo e irreversible pero perenne: la filosofía de Heráclito que nos comprueba que no volverá esta agua, pero tampoco el vaso.

Después vemos el universo creando, de tal forma que rencuerda La Creación de Miguel Ángel en el cual encontramos el momento de la creación como también el momento de destrucción "pólvora de plumas".
"...los echa a andar acordes como autómatas;
al impulso didáctico del índice oscuramente
¡hop!
la apostrofa*
y saca de ellos cintas de sorpresas..."

*Diccionario de la RAE apóstrofar (Del lat. apostrŏphe, y este del gr. ἀποστροφή).
1. amb. Ret. Figura que consiste en dirigir la palabra con vehemencia en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigírsela a sí mismo en iguales términos.

Después de encontrarnos con el inicio de la vida nos muestra el casi estratégico aparecer de las pasiones y enfermedades para que le den fin al cuerpo que contiene al alma y entonces le den vida a otras vidas. Nos encontramos con el eterno retorno de nuevo.

"nada es tan cruel como este puro goce...
las infla de pasión...
piensa el tumor, la úlcera y el chancro
que habrán de festonar la tez pulida..."

El tema principal del poema aparece más tarde, "muerte sin fin de una obstinada muerte...", y la inteligencia que el poeta llama "soledad en llamas" y "páramo de espejos". ¿Qué es de la inteligencia cuando viene la muerte? El sujeto sabe que la inteligencia pertenece al mundo de las ideas y siendo así es infértil, inútil. Este canto termina con la alabanza: "Aleluya, Aleluya".

El poeta en la VI parte del poema hace un juego rítmico y de palabras con la repetición de la interjección "ay". Parece como adentrarse en hablar cotidiano. Sin embargo nos habla del agua incolora, insabora como sí ésta estuviera vacía, porque el mismo poeta dice, versos antes, que el agua toma la forma del vaso. "el agua, poseída, siente cuajar la máscara de espejos que el dibujo del vaso le procura". El alma reflejará aquello que mira, pero también reflejará el vaso en ella. "el vaso / -a su vez- / cede a la informe / condición del agua" En el poema podemos ver como cada elemento del universo depende de uno y esté de otro y así hasta el fin de los tiempos secularmente. Este pasaje termina diciendo:

"Sabe la muerte a tierra, la angustia a hiel.
Este morir a gotas
me sabe a miel.
Ay, pero el agua,
ay, si no sabe a nada."

Y sigue el viaje del sujeto que descubre lo que es la muerte e ingresa al mundo donde están todos los muertos. El autor utiliza la no-palabra para referirse a la muerte, así como el verbo, según la cristiandad, creo la vida:
"Porque el hombre descubre en sus silencios
que su hermoso lenguaje se le agosta
en el minuto mismo del quebranto..."

Y entonces en el XVI canto describe esa muerte física donde todo se reduce a la nada, a la muerte que es el único lugar donde ya ninguno muere.
"sin labios, sin dedos, sin retinas,
 sí, paso a paso, muerte a muerte, locos,
se acogen a sus túmidas matrices,
mientras unos a otros se devoran
al animal, la planta
a la planta, la piedra
a la piedra, el fuego
al fuego, el mar
al mar, la nube
a la nube, el sol"

Este canto termina también con la alabanza "¡Aleluya, Aleluya!" Si se acaba todo el poema termina con esa muerte que promete ser una más sobre todas las venideras. Sin embargo hay un último canto: "Tan-tan ¿quién es? Es el diablo", en este canto se nos presenta la muerte dolorosa, la agonía que tanto tememos y de donde nadie puede huir. Y entonces termina el sujeto yéndose "al diablo" con la muerte que lo abraza. La forma regresa a la sustancia y viceversa.

El simbolismo, los conceptos filosóficos y religiosos, y el uso de las diferentes tropos así como la inmensa sonoridad construyen una barca que atraviesa el mar de palabras que escribió el poeta y que no tiene fin. Pues es un poema que no se desgasta con la lectura. Gorostiza, guardo silencio tantos años, tal vez, porque en este poema está ya la vida y muerte del poeta, el poema se vuelve su propia agua, su propio vaso y se transformará tantas veces como sea leído en un sin fin de Muerte sin fin.

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